El cuerpo sigue quemando calorías incluso después de terminar la actividad.
Las personas físicamente activas queman calorías con más eficiencia que las sedentarias, según concluyó una investigación del hospital General de Massachusetts (EE.UU.), que analizó cómo la actividad física altera el metabolismo del cuerpo humano. Es decir, no sólo queman más calorías mientras practican actividad física, sino también después, a lo largo de todo el día, una vez dejaron de hacer ejercicio.
Los investigadores calculan que, de todas las calorías que se gastan gracias a la actividad física, aproximadamente la mitad se queman mientras se practica ejercicio, y la otra mitad mientras se está en reposo. “Es como seguir haciendo ejercicio después del ejercicio”, explica Antonio Zorzano, biólogo del Institut de Recerca Biomèdica de Barcelona.
Los beneficios de la actividad física no se limitan a los minutos en que se está practicando la actividad. Los atletas tienen comprobado, por ejemplo, que el bienestar psicológico que se obtiene al correr se mantiene durante varias horas e incluso días. El beneficio cardiovascular puede prolongarse durante semanas o meses. Y los efectos sobre la salud ósea, por años.
En el caso del metabolismo, del que depende la eficiencia con que el cuerpo quema calorías, cuanto más trabaja un músculo, más mitocondrias se forman en sus células. A las mitocondrias se las llama las centrales energéticas de las células, porque producen la energía que las células necesitan. Tener más permite a los músculos producir más energía consumiendo más calorías. “Así es más fácil consumir grasas durante el ejercicio”, explica Zorzano.
En el nuevo estudio, publicado en la revista Science Translational Medicine, se analizaron más de 200 moléculas en la sangre de un grupo de voluntarios antes, durante y después de practicar un ejercicio intenso. Los resultados muestran que, cuando se practica ejercicio, aumenta la capacidad del organismo de quemar grasas y azúcares. Y se descubrió que una sustancia que mejora la secreción de insulina y el control del nivel de azúcar en la sangre, la niacinamida, aumenta con la actividad física, lo que ayuda a explicar por qué practicar deporte es especialmente recomendable para personas diabéticas. “La actividad física –sostiene Zorzano– es la mejor píldora que hay para prevenir y tratar la obesidad y la diabetes”.
En el estudio de Massachusetts, los investigadores se sorprendieron al ver que diez minutos de actividad física intensa son suficientes para que los efectos sobre el metabolismo se mantengan una hora más tarde. “La duración de estos efectos superó lo que la mayoría de las personas esperaba”, declaró Robert Gerszten, director de la investigación. Además, se confirmó que las personas que están más en forma son las que queman calorías con más eficiencia. En ellas, la capacidad de quemar grasas aumenta un 98% cuando practican ejercicio, mientras que entre las sedentarias sólo aumenta un 48%. Es decir, para una misma actividad, una persona activa quema más calorías que una persona sedentaria, aunque la persona sedentaria tenga la impresión de estar realizando un esfuerzo mayor. De ahí la gran paradoja: descansar demasiado cansa, mientras que estar activo ayuda a no cansarse.
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